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AMETRALLADORA
PSICOPUNK :: BLOGS :: Blog de Ana Haas
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02122009
AMETRALLADORA
Encendí un cigarrillo y me senté en una silla que estaba frente a la ventana. El humo se arremolinó hacia la ciudad. Hacia los ruidos de la mañana. Era un día soleado y frío. La brisa me helaba la cara. No podía ver el horizonte pero entendía su magnitud. Entendía la miseria de los suburbios, de las casillas, entendía que todo se estaba yendo a la mierda en este territorio que se hacía llamar la Argentina y también en el resto del mundo, porque la locura no era local, era el producto de una historia que se codeaba con la idea del progreso y a través de esa idea se había encargado de aniquilar la libertad. La historia de la civilización.
Disparé otra bocanada, disfrutando ese momento de calma, porque me encontraba en la antesala de una acción que sacudiría mi vida para siempre. Una vida que había transcurrido en la cara más sombría de la ciudad. En la noche de las esquinas. En el gemido falso y solitario de un hotel. En la exposición de una cantina de la calle Reconquista. Vendiéndome por un billete. Por una línea. Mientras el caos del mundo me confundía. Me inyectaba en las venas la omnipotencia de su desesperanza, la falacia de sus sueños, el tormento de una existencia que solo podía complacer a los idiotas. Ya no era esa chica pelirroja con medias de red y siliconas. La misma historia que había impuesto su mentira planetaria, que había aplastado a los que se resistieron a su colonización o a los que lucharon por modificarla, se quebraba, se pulverizaba ante el grito de una situación social que se había vuelto incontrolable. Ahora era otra persona.
En apenas un año, mi nihilismo había sido alterado para siempre. Mis ojos, que antes miraban la nada, se habían vuelto violentos. Furiosos. Se habían atrevido a mirar la realidad. La realidad auténtica, esa que burbujeaba la lava ardiente de un volcán a punto de estallar. Una vez me propuse escribir mis vivencias. Mi desgarro en el infierno del dolor. El dolor de haberme entregado a la desintegración. Ahora me proponía empuñar una ametralladora. Esa pluma que escupía tiros en una hoja se había transformado en una M-10. Pero no estaba sola. No era otra de mis manías suicidas. Porque no era la única que estaba armada. El volcán no era mi corazón. Era el mundo. Un mundo que ya no podía sostenerse a sí mismo. Que era devorado por los propios modelos que imponía. Que convertía a los excluidos en asesinos. En maniáticos que mataban para acceder a lo único que se suponía daba sentido a la vida. El modelo de una vida material. El sistema que había descargado sus proyectiles sobre los conquistados, sobre los sublevados, sobre los que tenían la lucidez de comprender ese engranaje perverso, ahora recibía un disparo por la culata. Y esa bala éramos muchos. Miles. Millones. La mecha había sido encendida. Y la llama la recorría a toda velocidad. La explosión era inminente.
Claro que muchos no se atrevían a tomar una posición tan radical como la mía. Temían morir. Temían matar. Se subestimaban a sí mismos. Les costaba deshacerse de la comodidad de su miseria. Después de todo, los libros de historia que leyeron en la escuela iniciaban esa historia con el descubrimiento de un continente poblado por salvajes. Leyeron la historia de una nación. La historia del progreso. La sangre de aquellos que habían resistido la imposición de ese progreso era negada por los historiadores. Para estos, las tribus que habían vivido libremente durante trece mil años habían sido esclavos de su primitivismo. De su inferioridad. Eran simios que debían ser educados. O aniquilados. El progreso, la razón, la civilización, eran el mundo real. El único posible. Glorificado por la belleza de su arte, de su ciencia, de su religión. Glorificado por la fuerza de sus armas. De su ambición desmesurada. Libros de mierda. Manuales dictados por el poder de turno. Próceres de pacotilla enaltecidos para cimentar la idea de una nación que ocultaba sus ríos de sangre, su desprecio por el prójimo, su falta de respeto por aquellos que defendieron su propia sabiduría ante el salvajismo verdadero, el de la cultura occidental. Muchos aún creían que esos próceres eran sagrados. Y que el progreso era el único camino posible para la humanidad.
Yo no.
Por eso, esa mañana soleada que bañaba mi rostro era el amanecer de mi nueva vida. Era el antes y el después de mi paso a la clandestinidad. Ana, la puta, la drogadicta, combatiría en nombre de aquellas víctimas. De aquellos genocidios. Pero también en nombre de los genocidios actuales. En nombre de los que morían mientras otros se enriquecían, lloriqueando su dolor por los que morían a manos de enajenados que ellos mismos habían creado. La ametralladora estaba sobre la cama. Era el principio de la revolución.
Disparé otra bocanada, disfrutando ese momento de calma, porque me encontraba en la antesala de una acción que sacudiría mi vida para siempre. Una vida que había transcurrido en la cara más sombría de la ciudad. En la noche de las esquinas. En el gemido falso y solitario de un hotel. En la exposición de una cantina de la calle Reconquista. Vendiéndome por un billete. Por una línea. Mientras el caos del mundo me confundía. Me inyectaba en las venas la omnipotencia de su desesperanza, la falacia de sus sueños, el tormento de una existencia que solo podía complacer a los idiotas. Ya no era esa chica pelirroja con medias de red y siliconas. La misma historia que había impuesto su mentira planetaria, que había aplastado a los que se resistieron a su colonización o a los que lucharon por modificarla, se quebraba, se pulverizaba ante el grito de una situación social que se había vuelto incontrolable. Ahora era otra persona.
En apenas un año, mi nihilismo había sido alterado para siempre. Mis ojos, que antes miraban la nada, se habían vuelto violentos. Furiosos. Se habían atrevido a mirar la realidad. La realidad auténtica, esa que burbujeaba la lava ardiente de un volcán a punto de estallar. Una vez me propuse escribir mis vivencias. Mi desgarro en el infierno del dolor. El dolor de haberme entregado a la desintegración. Ahora me proponía empuñar una ametralladora. Esa pluma que escupía tiros en una hoja se había transformado en una M-10. Pero no estaba sola. No era otra de mis manías suicidas. Porque no era la única que estaba armada. El volcán no era mi corazón. Era el mundo. Un mundo que ya no podía sostenerse a sí mismo. Que era devorado por los propios modelos que imponía. Que convertía a los excluidos en asesinos. En maniáticos que mataban para acceder a lo único que se suponía daba sentido a la vida. El modelo de una vida material. El sistema que había descargado sus proyectiles sobre los conquistados, sobre los sublevados, sobre los que tenían la lucidez de comprender ese engranaje perverso, ahora recibía un disparo por la culata. Y esa bala éramos muchos. Miles. Millones. La mecha había sido encendida. Y la llama la recorría a toda velocidad. La explosión era inminente.
Claro que muchos no se atrevían a tomar una posición tan radical como la mía. Temían morir. Temían matar. Se subestimaban a sí mismos. Les costaba deshacerse de la comodidad de su miseria. Después de todo, los libros de historia que leyeron en la escuela iniciaban esa historia con el descubrimiento de un continente poblado por salvajes. Leyeron la historia de una nación. La historia del progreso. La sangre de aquellos que habían resistido la imposición de ese progreso era negada por los historiadores. Para estos, las tribus que habían vivido libremente durante trece mil años habían sido esclavos de su primitivismo. De su inferioridad. Eran simios que debían ser educados. O aniquilados. El progreso, la razón, la civilización, eran el mundo real. El único posible. Glorificado por la belleza de su arte, de su ciencia, de su religión. Glorificado por la fuerza de sus armas. De su ambición desmesurada. Libros de mierda. Manuales dictados por el poder de turno. Próceres de pacotilla enaltecidos para cimentar la idea de una nación que ocultaba sus ríos de sangre, su desprecio por el prójimo, su falta de respeto por aquellos que defendieron su propia sabiduría ante el salvajismo verdadero, el de la cultura occidental. Muchos aún creían que esos próceres eran sagrados. Y que el progreso era el único camino posible para la humanidad.
Yo no.
Por eso, esa mañana soleada que bañaba mi rostro era el amanecer de mi nueva vida. Era el antes y el después de mi paso a la clandestinidad. Ana, la puta, la drogadicta, combatiría en nombre de aquellas víctimas. De aquellos genocidios. Pero también en nombre de los genocidios actuales. En nombre de los que morían mientras otros se enriquecían, lloriqueando su dolor por los que morían a manos de enajenados que ellos mismos habían creado. La ametralladora estaba sobre la cama. Era el principio de la revolución.
Última edición por ANA HAAS el Lun Dic 07, 2009 7:32 pm, editado 3 veces
ANA HAAS- DIOSA
- Mensajes : 169
Puntos : 6879
Fecha de inscripción : 30/11/2009
AMETRALLADORA :: Comentarios
MK, la bomba hace tic tac... De paso la mandé a Clarín Blogs, para meterles el dedo en el culo (aunque ya no estén esos gloriosos lectores de antaño). Por suerte, MK, te traje a este foro!!!!
la infeccion se expandio en clarin blogs, los buitres menopausicos se adueñaron de todo...
Fascinante historia. Mi única crítica es que no me convence que sea un personaje femenino.
Ese machismo. No quiero leer la respuesta de Ana Haas jajajajajajajajakadlkjafkhkfh!!!!!!!!
para cuando el segundo capitulo? sabes que ademas de mi, no hay nada mas interesante para leer en esa comunidad pedorra.... subí algo dale haas HAAS!!! te dejo un regalito inspirador...
para que vean que siempre uno puede aprender algo nuevo, la palabra nihilismo no la tenia clara (para no decir que ni idea de que iva) pero en los ultimos meses la vi en tres lugares diferentes (en un comic, no me acuerdo la 2da vez, y ak en la novela) entonces porfin me decidi abrir el la wikipedia diccionario (todo online el tema) y aprendi que puerco significado tenia.
por lo que lei hasta ahora muy weno, me insta a seguir leyendo, aunque porfin me entregaron unos reportes ak en la ofi, increible porfin via seguir laburando, justo que estaba interesante la lectura jejeje, adelante con la novela - exitos.
por lo que lei hasta ahora muy weno, me insta a seguir leyendo, aunque porfin me entregaron unos reportes ak en la ofi, increible porfin via seguir laburando, justo que estaba interesante la lectura jejeje, adelante con la novela - exitos.
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Vie Ene 15, 2010 9:42 am por Superninja Nietzscheano
» Empecé mi nueva novela!!!!!!!!
Mar Ene 12, 2010 3:51 pm por Daniel
» AMETRALLADORA
Mar Ene 12, 2010 3:48 pm por Daniel
» ¿Qué libro estás leyendo?
Mar Ene 12, 2010 3:18 pm por Daniel
» Captain Herlock "La Odisea sin fin"
Mar Ene 12, 2010 3:08 pm por Daniel
» BUEN NOMBRE DE TEMA
Mar Ene 12, 2010 2:38 pm por Daniel
» para cuando?
Mar Ene 12, 2010 11:43 am por Superninja Nietzscheano
» Tú última experiencia con las drogas
Mar Ene 12, 2010 11:19 am por Superninja Nietzscheano
» Espacio desvirtuado
Mar Ene 12, 2010 11:13 am por Superninja Nietzscheano
» Matá esta foto
Dom Dic 27, 2009 10:25 am por ANA HAAS
» ¿Qué mierda hiciste de tu vida hoy?
Dom Dic 27, 2009 10:21 am por ANA HAAS
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Sáb Dic 26, 2009 3:16 am por Superninja Nietzscheano
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Mar Dic 22, 2009 2:43 pm por HARLOCK
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Jue Dic 17, 2009 2:18 pm por ANA HAAS
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Jue Dic 17, 2009 1:12 pm por ANA HAAS